miércoles, 20 de junio de 2007

Dichos populares 12

LÁGRIMAS DE COCODRILO:
La imagen del cocodrilo ha tenido siempre connotaciones misteriosas, sobre todo en lo concerniente a la actitud del animal ante sus víctimas. Desde tiempos inmemoriales se ha sostenido que el saurio, para atraer a sus presas, emitía un extraño e insinuante gemido. Otros autores indican que, una vez devorada la presa, el temible reptil lloraba sobre los despojos de su comida, quizás afligido porque el festín hubiese terminado tan pronto y no falta quien asegura que suele comerse a sus propias crías, desconociendo en este caso que la hembra acomoda a los más pequeños dentro de sus fauces para llevarlos al río, donde luego los suelta para que comiencen a nadar por sus propios medios. Asimismo, se sabe que las famosas lágrimas de cocodrilo son una secreción acuosa que mantiene húmedos los ojos del animal, fuera del agua, pero no tienen nada que ver con el llanto, debido a que las glándulas salivales y las lacrimales de este animal están situadas muy cerca las unas de las otras y por eso se estimulan constantemente, lo que hace que al animal pueda llorar mientras come. Todo ello, sumado a la fantasía popular, sirvió para dar origen a la expresión “lágrimas de cocodrilo”, con la que suele aludirse al dolor fingido de alguien ante cualquier suceso desgraciado, dolor que no es tomado en serio por ninguna de las personas que lo contemplan.

LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO:
Cuando el monje español Fray Aguilar envió desde América las primeras muestras de la planta de cacao a sus colegas de congregación del Monasterio de Piedra, para que la dieran a conocer, al principio no gustó, a causa de su sabor amargo, por lo que fue utilizado exclusivamente con fines medicinales. Posteriormente, cuando a unas monjas del convento de Guajaca se les ocurrió agregarle azúcar al preparado de cacao, ese nuevo producto causó furor, primero en España y luego en toda Europa. En esos tiempos, mientras la Iglesia se debatía sobre si esa bebida rompía o no el ayuno pascual, el pueblo discutía acerca de cuál era la mejor forma de tomarlo: espeso o claro. Para algunos, el chocolate se debía beber muy cargado de cacao, por lo que preferían el chocolate espeso, o sea, "a la española"; para otros, el gusto se inclinaba por la forma "a la francesa", esto es, más claro y diluido en leche. Los ganadores, finalmente, fueron los que se inclinaron por el chocolate cargado, por lo que la expresión “las cosas claras y chocolate espeso” se popularizó en el sentido de llamar a las cosas por su nombre. Existe también alguna variante del dicho en comunidades como Andalucía, sustituyendo las “cosas” por las “cuentas”.

LAS PAREDES OYEN:
Es una locución de procedencia francesa, del tiempo de las persecuciones contra los hugonotes que culminó en la histórica "Noche de San Bartolomé" o "Noche de los cuchillos largos", episodio sangriento de las luchas religiosas que asolaron Francia en la segunda mitad del siglo XVI. El hecho fue promovido por Catalina de Médicis y el duque de Guisa quienes instigaron a los católicos a llevar a cabo una matanza de hugonotes (seguidores de Calvino), la noche del 24 de agosto de 1572. Según algunos historiadores, en aquellos tiempo, la reina Catalina de Médicis mandó construir, en las paredes de sus palacios, conductos acústicos secretos que permitieran oír lo que se hablaba en las distintas habitaciones, para así poder controlar cualquier conspiración en su contra. La frase “las paredes oyen”, con el paso del tiempo, pasó a ser utilizada como señal de secretismo y discreción acerca de lo que se dice en determinado momento y lugar para evitar los daños inherentes a su propalación.

LEVANTAR AMPOLLAS:
Aplícase al hecho, acción o circunstancia que de algún modo viene a causar una molestia o desazón notables. El significado de la expresión resulta de la comparación con el efecto que nos produce la aparición de una "ampolla ('el levantamiento de la epidermis que está llena de un líquido acuoso) en la piel. Esta expresión coloquial , de muy frecuente uso en el léxico popular español, suele utilizarse como sinónimo de asombro e indignación ante un acontecimiento o comportamiento humano sumamente desagradable.

LEVANTARSE CON EL PIE IZQUIERDO:
El uso de esta locución está referido a la superstición, en el sentido de “tener mala suerte”, atribuida en este caso al hecho de haberse levantado de la cama por el lado izquierdo. Al contrario que las expresiones que utilizan el término derecho/a, cuando se utiliza el concepto de izquierdo/a se le relaciona normalmente con la mala suerte (así los presagios de las aves que volaban por la izquierda, etc.) Tanto se cargó de sentido negativo la palabra que servía para designar la dimensión situada a la izquierda del centro (sinister), que acabó designando algo terrorífico, que da miedo (siniestro).

LIGERO DE CASCOS:
Dícese de la persona informal e irreflexiva, aunque también suele aplicarse a las mujeres de costumbres libres en asuntos amorosos, en la forma “alegre de cascos”. El modismo, acompañado por el verbo “ser” invariablemente, hace alusión a la primera acepción del término “casco” en el DRAE, cual es la caja encefálica del cráneo. Es así que el sentido literal del modismo se aplica a la persona de cerebro vacío o insustante, de cabeza liviana, del mismo modo que el término de “calavera” se aplica a las personas de poco juicio, de poco asiento, definición referida al juerguista. Con el término “casco” se construyen otros modismos tales como : *“Calentar los cascos” (a alguien), en el sentido de alborotar a una persona o hacerle concebir deseos o ilusiones. *“Calentarse, romperse o quebrarse los cascos” : cavilar o reflexionar mucho. *“Calentársele a alguien los cascos”, tal sería perder la paciencia. *“Levantar los cascos “ o “levantarse de cascos”, referido a la inquietud por la atracción sexual.

LLÁMALE HACHE:
Hasta el siglo XVI, la letra "h" en nuestro idioma castellano tenía un valor fricativo laríngeo y se la pronunciaba casi como una jota, lo que hoy solemos decir una "hache aspirada". Pero al hacerse átona por pérdida de ese sonido, cayó en desuso en el habla popular. Como consecuencia nació el modismo “llámale hache”, equivalente en el lenguaje coloquial a "da lo mismo una cosa que otra", o sea, que no es significativa la presencia o ausencia de la letra hache, por la carencia de valor fonético. Entre la juventud española de los años sesenta del siglo XX , la locución “llámale hache” se convirtió en una respuesta evasiva ante una pregunta inoportuna o de difícil contestación, dándole un leve toque de misterio matemático y convirtiéndola en “llámale hache y despejala”, en alusión a la X de las ecuaciones.

LLEVAR AL HUERTO:
Las expresiones homólogas “llevar al huerto” tanto como “llevarse al huerto”, significan conducir a alguien con engaño a una situación de la que se podía sacar provecho. En el Diccionario de Autoridades se lee: "Meter en la huerta. Frase que significa engañar a alguno valiéndose de medios que juzgue que redundan en su utilidad o gusto." La frase alude al prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos, en el que Judas, con engaño, condujo a la situación propicia para capturarle. Otra versión de esta frase y con el mismo significado tiene su origen en los sucesos del “Huerto del Francés” en Palma del Río, Córdoba, al que fue conducido un ciudadano en los años treinta del pasado siglo para ser robado, asesinado y enterrado allí mismo. En el “Huerto del Francés” había una timba o casa de juego clandestina a la que eran conducidos los incautos ludópatas de la época para hacerles perder cuantiosas cifras de dinero.

LLEVARSE EL GATO AL AGUA:
Esta frase hecha significa ‘salir victorioso en una disputa’. Su procedencia más remota pudiera atribuirse a la época clásica, cuando griegos y romanos solían practicar un juego en el que dos equipos tiraban de los extremos de una cuerda, cuyo centro se encontraba sobre una charca o riachuelo; ganaba quien conseguía que los contrarios fueran arrastrados al agua, lo que en bastantes ocasiones solía suceder estando los jugadores perdedores “a gatas” porque habían perdido estabilidad al ser vencidos. La verdad es que no es muy convincente esta explicación del modismo, pero, rastreando por sucesivas posibles fuentes no hemos encontrado otra versión acerca del origen de la frase.

MANDAR A LA PORRA:
Antiguamente, en el ámbito militar, el soldado que ejecutaba el tambor mayor del regimiento llevaba un largo bastón, con el puño de plata y mucha parafernalia detrás, al que se llamaba "porra". Por lo general, este bastón era clavado en un lugar alejado del campamento y señalaba el lugar al que debía acudir el soldado que era castigado con arresto: "Vaya usted a la porra", le gritaba el oficial y el soldado, efectivamente, se dirigía a ese lugar y permanecía allí durante el tiempo que se mantenía el castigo. Posteriormente, fue cambiada la forma de castigo, pero la expresión mandar a la porra quedó en el uso del lenguaje del pueblo con un matiz netamente despectivo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, descubrí tu blog por casualidad, solo decirte que el huerto del francés no está en palma del ¨Rio, q es mi pueblo , sino en una localidad a seis km. de aqui que se llamam peñaflor.
Saludos

Almudena Parra dijo...

Ah pues me confundí, lo siento. Muchas gracias por tu aclaración :)